En Colombia, un tarotista es invitado a un programa de televisión para hablar del premio Nobel de física 2017; en Argentina, la Asociación de Futbol contrata a un brujo para que asegure el pase del equipo al Mundial de Rusia 2018; en México, el presidente inaugura un Hospital Nacional Homeopático, con una inversión de más de 40 millones de dólares.
La lista es interminable. No hay un solo país de la región latinoamericana que escape al fervor de la pseudociencia ni a la tendencia de los medios de comunicación de tomarla como fuente de información legítima. Y aunque parecería una tendencia inevitable, hay quienes ven la posibilidad de revertirla con periodismo… específicamente con periodismo de ciencia.
Varios de los periodistas latinoamericanos que reunidos esta semana en la Conferencia Mundial de Periodistas de Ciencia, en San Francisco, participaron en una sesión para hablar del pasado, presente y futuro del periodismo científico regional y coincidieron en que hay una crisis en el periodismo general y, en consecuencia, en el científico, pero justamente por eso resulta más apremiante, necesario y urgente tener más periodistas especializados, capaces de contar historias de ciencia, salud o medio ambiente, y revertir los efectos de tener ciudadanos permanentemente expuestos a la pesudociencia en los medios.
«El periodismo de ciencia es la resistencia ante la pseudociencia», dijo el argentino Federico Kukso. Quiere decir que el trabajo del periodista de ciencia está justamente del lado opuesto a este «periodismo de la nueva edad media» basado en los milagros, los brujos y la astrología, y es quien tiene en sus manos la posibilidad de evidenciarlo y combatirlo.
Pero no es solo la pseudociencia la que representa retos para los periodistas en América Latina, también deben resistir a una tendencia regional en la que la información es cubierta casi únicamente desde el ángulo de la política.
«En Uruguay las noticias de ciencia están desperdiciadas. Si ocurre, por ejemplo, un evento natural relacionado con el cambio climático, lo que vemos en los medios de comunicación, son básicamente notas de política. No son vistas (por el público) ni cubiertas (por los periodistas) como historias de ciencia», dijo Daniela Hirschfeld, periodista de ciencia uruguaya. El resultado es que no hay periodismo con la información científica relevantes para entender por qué ocurrió lo que ocurrió o qué pasará después.

Y quizás algo menos evidente pero cada vez más común en las discusiones de periodismo científico en el mundo es que los periodistas de ciencia también deben resistir a ellos mismos, es decir, resistirse a adoptar una mirada anticrítica hacia la ciencia. Y ahí el periodismo, con todas sus letras y sus fundamentos más esenciales, vuelve a ser una forma de resistencia.
«Debemos dejar de ver a los científicos como sacerdotes y adoptar una actitud crítica hacia la ciencia. Reportar historias de fraudes o de acoso sexual en los contextos científicos también es parte de nuestro trabajo», dijo Kukso.
Es un panorama contradictorio el latinoamericano porque al mismo tiempo que se reducen los espacios y los apoyos para los periodistas de ciencia en los medios de comunicación, parecería que se multiplican los espacios para la desinformación, la pseudociencia, la politización de las coberturas y la sacralización de la ciencia. Consultar a un brujo o entrevistar a un astrónomo en los medios no parecería tan grave, pero cuando se utiliza dinero público para apoyar infraestructura a favor de la pseudociencia, es más fácil apreciar el daño social y económico que la nueva edad media ha provocado y prevenir los riesgos para demandar la presencia y la resistencia de más periodistas.